A pesar de las expectativas hiperinflacionarias, el gobierno del presidente Javier Milei logra contener la subida de precios en la Ciudad de Buenos Aires, limitando el aumento a apenas el 21,1% en diciembre. Las acciones tomadas demuestran eficacia en la estabilización económica, marcando un hito en la dirección hacia una inflación controlada. El logro se destaca contrastándolo con el panorama heredado del gobierno anterior.
La Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires informó que los precios minoristas experimentaron un incremento de hasta el 21,1% en diciembre, marcando el más alto registrado desde que se comenzó a medir este indicador en 2012. A pesar de este aumento significativo, las cifras distan de las expectativas de hiperinflación que estimaban un alza entre el 30% y el 50%, particularmente en una región donde los precios suelen aumentar más que en otras partes del país.
Este resultado eleva la tasa de inflación interanual a un 193%, y se espera que la cifra nacional para el cierre del 2023 también ronde el 200%, según proyecciones de consultoras privadas. A pesar de estas cifras impactantes, las medidas implementadas por el Gobierno de Javier Milei parecen cumplir su propósito de evitar a toda costa una hiperinflación. Los desequilibrios heredados de la gestión kirchnerista, especialmente en aspectos monetarios, cambiarios y tarifarios, podrían haber provocado un salto superior al 50%, lo que hubiera desencadenado una hiperinflación técnica. Sin embargo, las acciones del Gobierno, incluido un apretón monetario y un aumento de la credibilidad tras las medidas adoptadas, lograron contener la situación a la mitad de esa cifra.
Para poner en contexto estas cifras, es útil comparar la devaluación provocada por el kirchnerismo en agosto del año pasado (sin confianza ni plan coherente) con el aumento cambiario de diciembre, tras asumir el actual Gobierno. Durante la devaluación de Massa, el tipo de cambio oficial minorista pasó de $300 a más de $366, con una brecha cambiaria que se expandió por encima del 150%. En cambio, el salto cambiario de diciembre (que llevó al dólar de $462 a más de $838) fue seguido por una rápida reducción de la brecha cambiaria, que actualmente se sitúa en torno al 22% en comparación con el valor del tipo de cambio libre (y 47% en relación con el CCL).
Además, el efecto “pass through” (traslado a precios tras la devaluación) fue más pronunciado durante la devaluación de Massa en comparación con lo ocurrido en diciembre de 2023.
Las mediciones de alta frecuencia indican una fuerte desaceleración inflacionaria a partir de enero, aunque al mismo tiempo se observa un significativo proceso de reordenamiento de precios relativos. Las tarifas públicas comenzarán a recuperar sus valores en términos reales, enviando señales de precios adecuadas y compatibles con la inversión del sector privado.
La liberalización de la inflación reprimida representa el primer paso clave para trazar un programa de estabilización creíble, según la perspectiva del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, quien afirmaba que la inflación reprimida es aún más perjudicial que la propia inflación, ya que solo contribuye a prolongarla en el tiempo.